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23,75 €INTRODUCCIONLOS AUSTRACISTAS VALENCIANOS Los inicios de la disidenciaLa indefensión del ReinoLa composición del austracismoDespués de la derrotaLa amenaza del austracismo latenteLOS BORBONICOS VALENCIANOS El bloque de la magistraturaLa nobleza tituladaLa nobleza no titulada y la fidelidad de los particularesEclesiásticos contra la sedición y la herejÃaEL CONTROL DEL TERRITORIO VALENCIANO VÃsperas de la aboliciónEl proyecto de Colón de LarreateguiMenos polÃticos y más soldadosLos fracasados intentos de reforma civilistaLOS INSTRUMENTOS DE FELIPE V Los capitanes generalesLos magistrados castellanos y valencianosLos intendentes, «agentes de la felicidad del Estado»Los gobernadores-corregidores y sus alcaldes mayoresEL MUNICIPIO BORBONICO Los primeros ayuntamientos borbónicosEl perfil de los regidoresLas oligarquÃas municipalesEl intervencionismo de la CoronaEl problema del endeudamiento censalLA IGLESIA VALENCIANA Y FELIPE V Los arzobispos valencianosLos obispos oriolanos, el regalismo y el Consejo de CastillaEl «infidente» clero regularEl celo borbónico de los jesuitas y su merecido premioTIEMPOS DE MALESTAR La prioridad del orden públicoLos sucesos de Callosa d'en Sarrià y los incidentes entre Polop y La NucÃaLa revuelta de PeñÃscola o la tribulación de los buenosRescoldos de memoriaBIBLIOGRAFIAINDICE ONOMASTICOINDICE TOPONIMICOFelipe V creó para Valencia la Nueva Planta, un orden polÃtico que fortaleció su poder y acabó con las anteriores restricciones constitucionales. En 1707, la derogación de los fueros puso fin de forma traumática a una identidad polÃtica con 500 años de historia; pero hasta la muerte del monarca en 1746, su relación con Valencia fue cambiante y compleja. Los militares asumieron la dirección polÃtica y administrativa del antiguo Reino; los municipios quedaron bajo el control de oligarquÃas partidarias de Felipe V y la iglesia valenciana se escindió: la jerarquÃa y los jesuÃtas mostraron su adhesión al nuevo orden, frente a un clero regular de dudosa lealtad al monarca. Por encima de todo, los traumas de la guerra, y la difÃcil posguerra, dejaron una huella que perdura hasta hoy.