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8,55 €Al calor de la lucha por la independencia, los intelectuales hispanoamericanos asumieron en las primeras décadas del siglo XIX la responsabilidad de fomentar el sentimiento patriótico y de llevar a las nuevas repúblicas por el camino de la civilización. Consecuentes con las esperanzas depositadas en la literatura como primer paso para la educación de los pueblos, entendÃan que los poetas habÃan de preparar el camino a los filósofos y los polÃticos. El tiempo permitirÃa comprobar que ese compromiso podÃa prorrogarse indefinidamente, que la literatura estaba destinada a ser el instrumento más adecuado para denunciar los problemas y tratar de resolverlos, para suplir las deficiencias de un medio en que los avatares polÃticos y sociales ahogarÃan otras posibilidades de desarrollo artÃstico y cultural. En la segunda mitad del siglo XX, cuando un mercado creciente facilitó la difusión de las obras y los medios de comunicación hicieron del escritor una figura pública, no pocos autores trataban de responder a la convicción de que las novelas desempeñaban en las sociedades modernas el papel que los mitos habÃan ocupado en las primitivas, dando cohesión y sentido a los pueblos a la vez que se acercaban a la realidad profunda del hombre. La literatura compensaba todavÃa las carencias de la filosofÃa y de la ciencia a la hora de analizar la difÃcil realidad de Latinoamérica, al hacer su crÃtica y proponer su transformación. MantenÃa asà una función similar a la desempeñada en los años de la emancipación, aunque las propuestas de ahora nada tuvieran que ver con la voluntad de progreso caracterÃstica de aquellos tiempos. De este modo, desde entonces hasta el presente, la literatura se habÃa mostrado atenta a las inquietudes sociales, polÃticas y culturales de cada hora, habiendo constituido el pensamiento, la conciencia y la identidad de cada paÃs y de sus lectores.