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10,36 €En la segunda mitad del siglo XVIII, Madrid era la capital de España y, por lo tanto, sÃntesis de todo lo español. Era, además, sede de un Estado despótico ilustrado, que se comportaba, culturalmente como centralizador, dirigista y de tendencia europeizante. Pero, al mismo tiempo, Madrid era un pueblo sobre cuyo sustrato se habÃan ido posando ininterrumpidas inmigraciones de casi todos los puntos de la penÃnsula. Era el pueblo llano , natural y naturalizado, que se manifestaba muy apegado a su gustos claramente autóctonos y tradicionales, y en el que empezaba a despuntar el embrión de una presunta identidad madrileña.
Por otro lado, también el siglo XVIII español fue un siglo de «modas» y Madrid fue la principal pasarela, en la que las oscilaciones modales alcanzaron mayor tensión. AsÃ, lo nuevo, lo ilustrado extranjerizante, francés o italiano, y lo nacional tradicional se alternaban y coexistÃan oponiéndose o interpenetrándose.
Estos planteamientos impregnaron las manifestaciones sociales y artÃsticas. Y, de este modo, junto a un teatro dramático neoclásico, a la ópera y al ballet italianos y a los bailes y óperas cómicas francesas, como repertorios oficiales, forcejeaban, por coexistir, dignamente, los géneros españoles del sainete y de la comedia, de la zarzuela antigua y nueva, de la tonadilla escénica y de los bailes teatrales y escénicos.
Esta obra trata de ofrecer, precisamente, el panorama del teatro musical y coreográfico de raÃz, textura y proyección ibérica y popular, asà como los mecanismos e instituciones de divulgación del mismo. Y en esta perspectiva se pone el énfasis en el papel desempeñado por el grupo social madrileño del «majismo-manolismo», con sus dos sectores de curtidores y chisperos. Pues este grupo -y sus defensores- se muestra como el depositario, transmisor y defensor, muchas veces a ultranza, de lo tradicional español frente a lo extranjero o extranjerizante, y asà trata de imponerlo en el teatro y en otras parcelas de la sociedad, aunque fuese sólo como una contra-moda.
El hecho fue que el «majismo» se constituyó, durante un tiempo, en protagonista de sainetes, tonadillas escénicas y bailes teatrales y sociales. La «majeza» fue exaltada por la abundante literatura de cordel, y la «majerÃa», en cuanto a grupo contestatario, en algún momento parece que conectó con una opinión pública crÃtica contra los gobernantes, según se refleja en la literatura clandestina y libertina de la época.