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14,54 €Hayek fue un hombre beligerante con sus antagonistas ideológicos. Un hombre enemigo de todo posibilismo, que siempre dio sobradas muestras de poseer una enorme coherencia tanto personal como profesional. Esa coherencia queda reflejada en su enemistad radical y sin matices para con el socialismo, en cualquiera de sus variantes. Y en su amistad para con un cierto tipo de liberalismo, de tintes bastante conservadores. Hasta el final de sus dÃas se mantuvo alejado de los partidos polÃticos y de las periódicas disputas electorales que aquéllos protagonizaban. Con toda seguridad, era plenamente consciente del impacto que su obra tenÃa en el escenario de las disputas polÃticas cotidianas. No se trataba, ciertamente, de un impacto aleatorio, sino que era el fiel reflejo de la posición del autor en el entramado de las ideas polÃticas de nuestro tiempo. En realidad, ni celebró el empleo que Churchill hizo de sus textos, ni se jactó de las conexiones existentes entre sus tesis y las polÃticas auspiciadas por Margaret Thatcher. Pero hay vÃnculos que no se pueden obviar, pese a los esfuerzos desplegados por el propio interesado. Quizá por ello en 1991 recibió la Medal of Freedom, a instancias del entonces presidente de los Estados Unidos, George Bush.