Exiliado en el arte. Conversaciones en Paris con Jose Maria Alvarez

Un joven poeta de provincias, fascinado desde hace años por la obra de  quien considera su maestro, el poeta José María Alvarez, viaja a París para entrevistarse con él. El poeta novísimo ha elegido aquella ciudad luminosa para vivir a fondo su apuesta por el Arte como un modo  de vida, como refugio, como exilio voluntario en su viejo mundo desvanecido. Una larga conversación entre ellos se inicia y es la columna vertebral del libro, dividido en cinco partes temáticas donde van desfilando preguntas y respuestas que atañen, respectivamente, a la obra poética de Alvarez, su vida privada y pública, sus afinidades electivas y literarias, sus teorías políticas y sociales, la creación poética y la figura del poeta en general. El libro se enriquece con una buena muestra antológica de poemas, que se integran como carne viva en el texto de las conversaciones, y de los testimonios de diversos poetas amigos.
 
 
 Alfredo Rodríguez nació en Pamplona en 1969. Licenciado en Derecho por  la Universidad de Navarra (1992) es autor de los siguientes libros de  poemas: Salvar la vida con Alvarez (2006), La vida equivocada (2008),  Regreso a Alba Longa (2008), Ritual de combatir desnudo (2010), De oro y de fuego (2012) y Urre aroa: seis poetas de Tierra Naba (2013). Sus versos aparecen también en la antología Nueva poesía en el viejo Reyno, ocho poetas navarros (2012).
 
 José María Alvarez (Cartagena, 1942). Poeta, narrador y ensayista, es una de las figuras más cosmopolitas del panorama literario. Su gran obra maestra es Museo de cera, cuya primera edición data de 1974 y la séptima y última de 2002. Desde entonces ha publicado los siguientes poemarios: Los decorados del olvido (2003), Sobre la delicadeza de gusto y pasión (2006), Bebiendo al claro de luna sobre las ruinas (2008) y Los obscuros leopardos de la Luna (2010).
 De los Nueve novísimos (1970) -la famosa antología, más o menos o, incluso, aproximadamente hecha por Josep Maria Castellet- José María Alvarez es hoy no sólo el más novísimo, sino el más auténticamente nuevo; el más fiel a su poética de siempre, a la vez que el que mejor ha sabido evolucionar y renovarse.